A día de hoy podría pensarse que los candidatos de los partidos gobernantes, Iñigo Urkullu (PNV) en el País Vasco y Alberto Núñez Feijoo (PP) en Galicia, pueden partir con una ligera ventaja debido a que han centralizado gran parte de la información derivada de la pandemia, y apuntan a que puedan beneficiarse de un voto que busque la seguridad en una coyuntura en la que domina lo desconocido.
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Pero pese a ello, Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía Política y Social de la Universidad del País Vasco e investigador de Ikerbasque, sostiene que, si hasta finales de febrero la carrera hacia la mayoría absoluta de la coalición del PNV y PSE en Euskadi parecía que iba a ser un paseo —la del PP en Galicia, más ajustada según las encuestas—, la noche electoral puede deparar ahora sorpresas.
“Va a ser la noche del Lexatín”, bromea muy en serio Innerarity, augurando que el domingo de los comicios la ansiedad y el nerviosismo en los dos extremos de la cornisa cantábrica van a acampar en las sedes de los partidos.
